domingo, 18 de octubre de 2009

¿Machismo en el lenguaje?

A estas alturas de la vida, seguro que tienes una opinión bien fundada sobre un montón de temas. Ahora bien, ¿cómo expresarla de manera efectiva?. Eso es lo que vamos a empezar a trabajar a partir de ahora y, para ello, te propongo un texto bastante controvertido que trata sobre el sexismo en nuestro idioma. ¿Es nuestra lengua machista? En el siguiente enlace encontrarás un artículo sobre este asunto de Javier Marías. Léelo con atención y no te olvides de postear un comentario personal (con unas quince líneas, de momento, es suficiente).

"Narices con poco olfato", de Javier Marías

Comentario 1: "Leer", de Rosa Montero

Aquí tenéis el fruto de un auténtico trabajo colectivo. Se trata de un "Frankenscomentario", un comentario realizado a partir de fragmentos de los textos que me habéis ido entregando. Como primer paso, tengo que decir que el resultado no está nada, nada mal.
El texto que vamos a comentar es un artículo de opinión extraído del diario “El País”, escrito por Rosa Montero. Esta famosa novelista y periodista madrileña, nacida en 1951, es conocida por obras como La hija del caníbal, El libro de los sueños, La loca de la casa, Historia del Rey Transparente o Amado amo. En concreto, se trata de un texto expositivo-argumentativo cuya intención comunicativa es demostrar la importancia de la literatura.
El tema de este artículo es la importancia de la literatura para vencer al horror y al caos. En resumen, el texto comienza afirmando que aparte de las desgracias en el mundo también hay cosas buenas, como por ejemplo los libros, que son una vía de escape a las tragedias y horrores de la vida. Para demostrar esta idea, la autora aporta los ejemplos de John Clyn y Anna Frank, quienes en cierto modo consiguieron sobrevivir a la peste y al nazismo gracias a la literatura. Para finalizar, Rosa Montero comenta que lectores y escritores consiguen realizar un logro colectivo de reafirmación de la vida al pasarse los libros para iluminar el mundo, por lo que se siente muy agradecida por la suerte de que existan personas que lean lo que escribe.
Este contenido, por tanto, se organiza en dos partes: la primera, que ocupa el primer y el segundo párrafo, trata sobre cómo la literatura vence al caos con ejemplos del pasado; la segunda parte, que comprende el último párrafo, es más personal, ya que la autora expresa su gratitud y anima a la gente a continuar leyendo.
En el texto predomina la función conativa o apelativa, pues pretende influir en el lector para convencerle de las ventajas de practicar la lectura. Junto a ésta, también aparecen la función expresiva, ya que la autora manifiesta su actitud de agradecimiento y sus sentimientos positivos respecto a la lectura, y la representativa, puesto que la escritora transmite información sobre determinados personajes y hechos históricos para fundamentar su opinión. Por tanto, la forma de expresión predominante es la expositivo-argumentativa, ya que se utilizan ciertas informaciones objetivas para defender la postura y opinión de la autora. En algunos fragmentos también se recurre, de forma mucho más secundaria, a la descripción y a la narración.
La cohesión se consigue por medio de mecanismos morfosintácticos y léxicos. En el plano morfosintáctico, destacan los verbos en presente de indicativo (“pienso”, “paseo”, “recuerdo”…) para situarnos ante un asunto actual, junto a formas en pretérito perfecto simple (“aniquiló”, “escribió”, “vio”, “dejó”… ), referidas a hechos del pasado que guardan alguna relación con la actualidad. Los pretéritos están utilizados en tercera persona, ya que hacen mención a personajes externos; mientras que en presente la autora utiliza tanto la primera persona del singular, como del plural, para incluirse en el texto y acercarse más al lector, para ganar su confianza.
En el plano léxico-semántico se observa un predominio de sustantivos abstractos como “caos”, “hambrunas”, “esperanzas”, “horror”, “humildad”, “pasión”, que contribuyen a proporcionar unidad al texto, al tiempo que reflejan el contraste entre los aspectos negativos de la vida y los positivos.
Rosa Montero ha pretendido con este texto concienciar a la gente de que la literatura es una buena salida ante los problemas del mundo, y lo ha conseguido recurriendo a ejemplos del pasado, como los casos de John Clyn y Anna Frank. En mi opinión, lo más destacable es que ha demostrado que la escritura o la lectura son muy buenas formas de evadirse y superar las penas de la vida. La autora ha sabido en cada momento qué decir y cómo expresarlo para convencernos de que en verdad los libros son una llama en medio de la oscuridad. Sin embargo, creo que ha exagerado demasiado en la importancia concedida a la literatura, ya que no siempre es una salida tan eficaz ante los problemas mundiales.