domingo, 24 de enero de 2010

FRANKENSCOMENTARIO 3

En esta ocasión me ha costado más de lo normal reunir los pedazos de vuestros comentarios. Había momentos en los que creía que iba a volverme loco, tratando de enlazar unas frases de aquí, con cuatro palabras de allá y que, encima, todo tuviera sentido. Parecía una pesadilla en la cual docenas de voces resonaban en mi cabeza para dictarme algo al mismo tiempo. Pero al final... aquí está:

El texto que vamos a comentar se publicó en el diario “El País” el día 17 de mayo de 2005. Se trata de un artículo de opinión titulado “El negro”, escrito por Rosa Montero. Esta famosa novelista y periodista nacida en Madrid, en 1951, es conocida por obras como Crónica del desamor, La loca de la casa o Amado Amo.

El texto comienza con una anécdota que le ocurre en el comedor de la universidad a una chica alemana, que se deja la comida en la mesa para ir a por los cubiertos y, cuando regresa, encuentra a un chico negro comiendo de su bandeja. Ella, creyendo ser muy generosa, decide compartir los alimentos, pero después descubre que se había equivocado de mesa y que su bandeja estaba detrás. Con esta breve historia, según explica la autora, desea demostrar lo equivocados que estamos los europeos al mantener determinados prejuicios hacia los inmigrantes.

Como puede apreciarse, el tema desarrollado es el racismo, en concreto, los prejuicios que tenemos los europeos hacia personas de otras razas o culturas.

El contenido de este artículo se divide en dos partes: la primera consiste en la narración de la embarazosa anédota entre la chica germana y el negro; en la segunda se explica la opinión de la autora sobre el tema. Al pasar de un ejemplo concreto a la reflexión general, el texto presenta una organización estructural inductiva o sintetizante. El esquema organizativo del texto, por tanto, es el siguiente:

§ Bloque I (primer párrafo): Historia de la estudiante alemana y el chico negro. Como toda narración, este bloque puede estructurarse del siguiente modo:

- Planteamiento (l.1-6): En este apartado se narra la sorpresa de la universitaria al regresar a su mesa y encontrar en ella a otra persona.

- Nudo (l. 6-19): A lo largo de estas líneas, el texto cuenta cómo ambos comparten la comida.

- Desenlace (l. 20-22): Finalmente, la alumna alemana se da cuenta del error que ha cometido.

§ Bloque II (segundo párrafo): Conclusión a modo de moraleja donde se manifiesta la opinión de la autora sobre el tema tratado. Basándose en la historia anterior, Rosa Montero expone su tesis: es necesario librarse de todo tipo de prejuicios racistas.

Este esquema organizativo demuestra que el texto resulta muy coherente, dado que las partes que lo estructuran y toda la información que se proporciona giran alrededor del mismo tema. Además, la información progresa de manera clara y lógica, sin contradicciones internas, pues se ha relatado la situación vivida por la alumna para criticar ciertas actitudes, comportamientos o prejuicios xenófobos.

La intención comunicativa del texto, como se desprende de lo anterior, es persuadirnos de que hemos de librarnos de los prejuicios hacia personas de otros países, culturas o razas. Se trata, por tanto, de un texto argumentativo, aunque también se emplea la narración a lo largo de todo el primer párrafo para ejemplificar y reforzar la tesis de la autora. En cuanto a las funciones del lenguaje, puede afirmarse que la principal es la conativa, ya que mediante este artículo Rosa Montero pretende influir en el pensamiento de los lectores. De forma secundaria, también podemos encontrar la función representativa cuando se narra la historia del malentendido entre la chica alemana y su compañero negro.

Respecto a la actitud que adopta la emisora ante el contenido del artículo, aparecen diversas marcas de modalización que hacen que predomine el estilo subjetivo a lo largo del texto. Entre ellas destacan, por ejemplo, adjetivos y adverbios valorativos (“deliciosa”, “exquisita”, “inequívocamente”, “probablemente”, “quizás”, “suavemente”, “inmensamente”…); uso del subjuntivo con valor de deseo (“libremos); y oraciones en modalidad desiderativa (“Será mejor que nos libremos…”) y exclamativa (“Pero qué chiflados están los europeos”). Pero sobre todo, la presencia de la emisora se manifiesta en el texto a partir de los deícticos de primera persona, tanto del singular (desinencia verbal de “dedico”) como del plural (desinencias verbales en “estamos”, “libremos”, “corremos”; pronombre personal “nos”). Con el uso de este plural inclusivo de primera persona, la autora facilita la adhesión del receptor a su punto de vista.

En cuanto al tipo de registro empleado, en el nivel léxico destaca un vocabulario de tipo culto (como, por ejemplo, “condescendencia”, “paternalismo”, “estupor”, “trufados”...), aunque comprensible para cualquier hablante medio del idioma. Esta misma tendencia hacia un nivel de lengua culto se aprecia también en el nivel morfológico, donde se usa de manera abundante el sufijo “-mente” para crear adverbios de modo a partir de adjetivos, dando como resultado formas como “inequívocamente”, “paritariamente”, “probablemente”, “amistosamente”... Respecto al nivel sintáctico, el texto está elaborado a partir de oraciones construidas y trabadas a la perfección. Se combinan tanto las estructuras simples, que sirven para dar mayor agilidad a la historia, como las complejas, que reflejan el elevado dominio de la lengua de la autora (obsérvese, por ejemplo, la oración comprendida entre las líneas 6 y 11).

Todos estos rasgos indican que el registro lingüístico utilizado es de un nivel formal, con la planificación y corrección propias de la lengua escrita, y de tipo genérico, puesto que se emplea un léxico accesible para cualquier lector. Se trata, en definitiva, de un nivel de lengua estándar, muy adecuado teniendo en cuenta las características de la situación comunicativa en la que se inscribe el texto. Recordemos que nos encontramos ante un artículo de opinión aparecido en el ámbito periodístico y destinado a un público muy amplio, lo cual exige un registro con bastante formalidad y corrección. Además, al tratar el tema con un vocabulario genérico y no especializado, la autora consigue que llegue a un mayor número de lectores la tesis de la que nos pretende convencer: la necesidad de librarnos de una vez de los prejuicios racistas.

La eficacia comunicativa del texto no sólo se debe a que se adecua a la perfección al contexto, sino a que además todas sus ideas están muy bien interrelacionadas gracias a la abundancia de procedimientos de cohesión empleados. Entre ellos, destacan en primer lugar los mecanismos de recurrencia léxica: en la primera parte, se usan frecuentemente palabras del campo semántico de los alimentos (“sopa”, “estofado”, “yogur”, “fruta”…) y del comedor (“autoservicio”, “bandeja”, “menú”, “cubiertos”…); mientras que en el segundo párrafo, en consonancia con la reflexión moral de la autora, abundan los términos asociables al campo conceptual de la ética o las humanidades (“paternalismo”, “prejuicios”, “condescendencia”, “civilización”…). Se dan, además, varias relaciones de sinonimia referidas a los dos personajes de la anécdota, como “alemana”/“germana” y “negro”/“africano”/“subsahariano”. La importancia de los dos protagonistas se subraya también a partir de expresiones correferenciales (“alumna rubia”-“alemana”-“muchacha” y “muchacho”-“tipo”-“chico negro”) y repeticiones (“negro”, “alemana”, “africano”).

En segundo lugar, también se utilizan procedimientos de cohesión gramatical muy variados. Aparecen diversos tipos de anáforas que se refieren, principalmente, a los protagonistas de la historia y a los diferentes elementos de la comida que comparten. En el primer caso, por ejemplo, se utilizan algunos pronombres personales (“él”, “ella”, “-le”) e indefinidos (“uno”, “otra”, “ambos”). Respecto a las anáforas referidas a la comida, predominan los pronombres enclíticos, como “-los”, “-la”, “-lo”, que se refieren, respectivamente, a los cubiertos, la bandeja y el estofado. En repetidas ocasiones, se recurre a la elipsis de elementos o personajes mencionados previamente (“[la chica] descubre”, “[el chico] no disponga”, “[ella] corrige”…). Con menor frecuencia, también se emplean expresiones con la misma estructura sintáctica (“él se toma la ensalada, ella apura la sopa, ambos pinchan del mismo plato…” / “a todos aquellos españoles… a todas esas personas…). La deixis temporal también actúa en el texto como un procedimiento cohesionador, puesto que la mayor parte de las formas verbales están en presente de indicativo. Con ello, se refuerza la idea de que el texto trata un tema de actualidad.

Por último, aparecen conectores textuales muy variados, entre los que destacan los que expresan relaciones de ordenación temporal (“de entrada”, “a continuación”, “y entonces”), de contraste (“pero”, “mientras”), de consecuencia (“de modo que”, “y así”) y de refuerzo (“incluso”).

En definitiva, la autora de este texto ha pretendido reflejar mediante un caso concreto cómo los europeos todavía infravaloramos a los inmigrantes tratándolos como si estuvieran en una situación de inferioridad y necesitaran nuestra compasión. Desde mi punto de vista, considero que Rosa Montero ha logrado su objetivo de una forma muy amena y original, ya que plantea una historia muy divertida para tratar un tema tan serio como la inmigración. Sin embargo, bajo la entretenida anécdota, se esconde una realidad muy dura, puesto que todos, voluntaria o involuntariamente, podríamos haber caído en el mismo error que la chica alemana o en algún otro similar. Pese a la aparente sencillez del texto, consigue hacernos reflexionar mucho sobre este problema, por lo cual considero que Rosa Montero ha conseguido darnos una buena lección.



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